sábado, 2 de junio de 2012

Vetusta Vols [4ª Parte]

Bueno, dije que esta semana pondría algo más de las aventuras de Leo, intentaré acabar la historia esta semana, para que sea antes de que entre en exámenes y luego me sea casi imposible.

Saludos perrunos.

Shun/riks
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Tyler siempre había trabajado para la familia real. Más o menos de la edad del Rey Robert, todos sus recuerdos desde que tiene uso de razón son en el palacio, recuerdos de un niño que lo odiaba y lo trataba como si fuera basura, recuerdos de un adolescente que se divertía humillándolo y recuerdos de un adulto que se había casado con su enamorada y había tenido una niña que tenía los ojos de su difunta madre.

Esos recuerdos fueron la principal razón para ayudar a los enamorados en su huida, su odio hacia el rey y su amor hacia Catherine. No confundamos este amor con el que se profesan Catherine y Leo, es un amor más paternal.

Cada quince o veinte pasos se daba la vuelta para asegurarse de que nadie los seguía, y para meterle prisa a los dos tortolitos, que parecía que en su vida habían besado unos labios ajenos, ellos parecían totalmente despreocupados, en cambio Tyler sabía que tendrían que poner varios días de ventaja para estar seguros.

Anduvieron durante todo el día, hasta que las heridas de Leo amenazaban con que no pudiera dar ni un paso más. Por lo que, tuvieron que buscar un refugio, y el pajar de aquella familia era exquisito, quizás no para una princesa, pero sí como lugar donde pasar la noche.

Tyler se alejó todo lo posible de la pareja para darles intimidad, tanto que decidió salir a hacer una pequeña guardia cuando las caricias pasaron a ser por dentro de la piel, y afuera se preguntó que estaría pasando ahora en el castillo.

Y como si el propio castillo pudiera leer la mente del sirviente fugitivo, las tropas del rey, con este a la cabeza abandonaban el castillo en busca de su hija, la cual tenían bastante claro que había sido raptada por Leo y Tyler, a los que rápidamente Robert se encargo de hermanar en una amistad.

Cien jinetes comandados por el rey, con una misión clara, encontrar a Catherine, traerla sana y salva, y matar a Leo y a Tyler.

Mientras los jinetes provocaban temblores a su paso, en el pajar los temblores eran distintos, dos jóvenes extenuados miraban al techo abrazados sin pensar ni siquiera por un momento en lo que se les venía encima.

Leo era feliz por primera vez en mucho tiempo, y Catherine por fin había llenado el vacío en su interior, y no penséis mal, llenó su corazón con el amor.

Catherine se incorporó y miró a Leo a los ojos, y le besó como si ese momento fuera el ultimo de sus vidas, cuando ella se separó de el, Leo sonrió y mirándola le dijo:

-Sé que no podré darte vestidos, diamantes o banquetes, pero prometo darte lo que el mundo no pueda tener, prometo llevarte a las estrellas para ver juntos la luna mientras nos fundimos en un beso eterno. Prometo darte mi eternidad.